• Independencia.

Nadie te dice cómo debes vivir, tienes claro el sí y el dónde. El resto es dejarte llevar por la inspiración y la intuición.

  • Flow.

Rápida o lenta, una decisión puede ser tan poliédrica como tu. Tu única condición es que fluya contigo, en tu momento y con tu interior.

  • Refugio.

Tienes tu rincón sagrado, tu espacio de protección de cualquier miedo. Y detrás de unas gafas de sol, tomando un café en solitario, con un cigarrillo porque sí, lo sientes.

  • Aceptación.

Sientes su poder cuando te gustas, cuando gustas. Con la sencillez de ser uno mismo.

  • Conciencia.

Aprender a respetarte fue el primer paso para tomar conciencia del mundo, de la naturaleza, de la conexión con los demás.

  • Natural.

Ser piedra, ser playa, ser monte, ser hierba, ser aire. La naturaleza habita en ti y habla de ti. Cada vez más sientes que no puedes separarte de la creatividad que te aporta estar cerca de la naturaleza.

  • Plan B.

Eres especialista en desmontarte tus planes por el simple hecho de descubrir una nueva alternativa y dejarte sorprender. La cara B del cassette siempre guardaba las mejores canciones.

  • El método impulsivo.

¿Por qué no? ¿Y si? Hacer una sincronía entre lo posible y lo imposible es tu hábitat. Orden en tus pensamiento e impulso rápido.

  • Coincidencias.

Tu punto débil o tu máxima verdad. Adoras ver cómo las conexiones van creando esa constelación que sabías el nombre, pero nunca habías visto.

  • Sorpresa.

No dejar de sorprenderte es la manera de seguir siendo fiel a tu esencia.